Friday, August 6, 2010

Redescubriendo "Los hijos infinitos"

Hace muchos, muchos años, leí este poema por primera vez. Mi mamá atesoraba con celo una antología poética hermosa, gigantesca, infinita, de esos tesoros que nunca dejan de sorprenderte, por donde quiera que los mires. De Andrés Eloy Blanco, laureado poeta y político venezolano, me gustaba por aquel entonces el "Pleito de amar y querer", por esa diatriba intensa que como buena adolescente, pensaba había sido escrita sólo para mí. Por "Los hijos infinitos", en cambio,  pasaba rápido. No me decia mucho, o quizás no me decía nada.
Años más tarde, aprecié el poema en su aspecto estilistico y lo valoré un poco más. Me agradaban la fonética, los recursos literarios, las imágenes y la ternura de sus palabras, creyendo equivocada que desmenuzándolo entenderia la fascinación que esos versos han generado en tantos lectores del mundo entero.
Hoy, muchos años después y como pequeño homenaje personal a su autor en el día de su natalicio, he vuelto a leerlo y me ha arrancado lágrimas. Ciertamente todo cambia "Cuando se tiene un hijo"... Aquí se los dejo.



LOS HIJOS INFINITOS
Andrés Eloy Blanco

Cuando se tiene un hijo,
se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera,
se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga
y al del coche que empuja la institutriz inglesa
y al niño gringo que carga la criolla
y al niño blanco que carga la negra
y al niño indio que carga la india
y al niño negro que carga la tierra.

Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños
que la calle se llena
y la plaza y el puente
y el mercado y la iglesia
y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle
y el coche lo atropella
y cuando se asoma al balcón
y cuando se arrima a la alberca;
y cuando un niño grita, no sabemos
si lo nuestro es el grito o es el niño,
y si le sangran y se queja,
por el momento no sabríamos
si el ¡ay! es suyo o si la sangre es nuestra.

Cuando se tiene un hijo, es nuestro el niño
que acompaña a la ciega
y las Meninas y la misma enana
y el Príncipe de Francia y su Princesa
y el que tiene San Antonio en los brazos
y el que tiene la Coromoto en las piernas.
Cuando se tiene un hijo, toda risa nos cala,
todo llanto nos crispa, venga de donde venga.
Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro
y el corazón afuera.

Y cuando se tienen dos hijos
se tienen todos los hijos de la tierra,
los millones de hijos con que las tierras lloran,
con que las madres ríen, con que los mundos sueñan,
los que Paul Fort quería con las manos unidas
para que el mundo fuera la canción de una rueda,
los que el Hombre de Estado, que tiene un lindo niño,
quiere con Dios adentro y las tripas afuera,
los que escaparon de Herodes para caer en Hiroshima
entreabiertos los ojos, como los niños de la guerra, porque basta para que salga toda la luz de un niño
una rendija china o una mirada japonesa.

Cuando se tienen dos hijos
se tiene todo el miedo del planeta,
todo el miedo a los hombres luminosos
que quieren asesinar la luz y arriar las velas
y ensangrentar las pelotas de goma
y zambullir en llanto ferrocarriles de cuerda.
Cuando se tienen dos hijos
se tiene la alegría y el ¡ay! del mundo en dos cabezas,
toda la angustia y toda la esperanza,
la luz y el llanto, a ver cuál es el que nos llega,
si el modo de llorar del universo
el modo de alumbrar de las estrellas.

6 comments:

giozi said...

No conocía el poema, precioso. Una amiga me dijo una vez algo así. Cuando se es madre se es madre de todos.

Es verdad. Antes, me da vergüenza decirlo, pero creo que era muy dura. Ahora me conmueve muchísimo ver a otros niños sufriendo. Mi sensibilidad ha cambiado, ahora lloro hasta por pelis que antes supongo no me hubieran hecho tilín.
Cuando estaba en los últimos meses de embarazo vi un documental de elefantes, y como lloraban ellos a sus muertos, pues yo también lloré a mares.
Mis últimas lágrimas han sido hace poco viendo un documental sobre abortos en rusia.
Gracias por compartir este hermoso poema.

Anna said...

precioso! Vane, sí tienes (si quieres) que mandárselo a 10 blogs amigos más que cumplan con las condiciones del premio, puedes subirlo a tu blog si quieres también. Besos!!

Unknown said...

Maravilloso y qué gran verdad, ser madre te abre a un mundo increible que da alegrías y muchos miedos nuevos que nunca antes has tenido, yo por ejemplo estoy obsesionada porque no me puede pasar nada a mí porque qué sería de ellas..
Por cierto, estoy sin ellas hasta el viernes y me subo por las paredes así que nada, a la calle!
Besitos

Mar said...

Precioso, se me ha erizado el vello al leerlo. Qué grandes verdades que nos cuenta!

Un beso!

Alejandra Click said...

Ay Vane, creo que tu madre tenía el mismo libro que mi madre, ¿uno rojito gordito?
Este poema es una belleza, es bárbara su sensibilidad. Recordé al leer el poema mi infancia, pues a mi mamá le gustaba (y aún le gustan) los poemas de ese libro. Y recuerdo el Pleito entre amar y querer! Y me pasaba lo que a tí, me emocionaba leerlo de niña. Mi mamá me recitaba este otro poema que aparecía en el libro: "Se llamaba Rosalinda!... Un romance del jagüey, que en este llano sin ley se prendó de mis corríos, y entre amores y amoríos me la robé de un caney"
Y ahora me sorpredió hacer un search en internet y ver que Andrés Eloy Blanco escribió La Loca Luz Caraballo! Y crecí con ese poema al lado! Me encantó que hayas puesto este poema, me trajo lindos recuerdos!
Un saludo Vane.

bymargarita said...

Vane, se me erizó la piel, se me a hecho un nudo en la garganta... que hermoso, gracias por compartirlo. Te mando un beso y siguenos compartiendo poesía, porfis.
Un beso.