Todo ha apuntado desde épocas remotas a que el 23 de abril se irguiera como ocasión incuestionable para la celebración del día del idioma (que luego, y por extensión, pasara a ser también del libro, del autor, y hasta del editor...). Las traviesas coincidencias de un destino que hace una mueca de burla al jugarnos estas supuestas casualidades, logró juntar un puñado de escriturales luminarias en el corto período en que el incansable planeta Tierra decide dar su paseo rutinario alrededor de sí mismo.
Así, los mágicos hilos de la Historia se han encargado de entretejer en el marco de ese día el fallecimiento en Madrid de Don Miguel de Cervantes y Saavedra, padre incuestionable de la lengua española, en 1616; el nacimiento en 1564 en Stratford-Upon-Avon de William Shakespeare (aunque, y sin querer sonar aguafiestas, en realidad fuera el 3 de mayo, pues para el momento Inglaterra aún se regía por el calendario juliano); la llegada al mundo del ruso -nacionalizado americano- Vladimir Nabokov en 1899; y -acá se me sale el orgullo patrio- la exhalación del último aliento de la escritora venezolana, madre literaria de Ifigenia y Mamá Blanca, Teresa de la Parra, en 1936.
Evidentemente, motivos no faltaron para que en 1938, el Congreso de Colombia decretara esta fecha como el Día del idioma. Las Academias de la Lengua necesitaron de medio siglo, pero finalmente, en 1963, ratificaron el decreto del Congreso, extendiendo la celebración a todo el universo de habla hispana. Por todo esto, y como apasionada lectora y defensora armada del idioma castellano, desde esta orilla multicultural y polilingüística (o pseudolingüística, según muchos...) que representa el Sur de la Florida, decidí celebrarle el cumpleaños a mi lengua natal con una humilde nota en este blog. Pero durante el día me encontré dando un mensaje en inglés a mi hija ("cuando el contenido es relevante, cerciórate que te entiende") para que a su vez lo transmitiera a su maestra; enviando mensajes de texto a mi esposo y mis empleadas en ese económico, comprimido e hiperfonético nuevo sublenguaje que ha pasado a ser el "TXTNG" y hasta traduciéndome a mí misma y en mi propio idioma en la forma más coloquial que pude encontrar para que algún conocido cubano pudiera comprender una expresión de mi país. ¿Cómo he de celebrar mi lengua sin desdoblarme en estas múltiples tendencias del habla que la realidad, el entorno y la necesidad han obligado?
Me carcomía la culpa y el remordimiento lingüístico especialmente al recordar las palabras de mi admirado maestro Germán Flores que poco antes había leído:"el idioma, no sólo es el diferenciador e identificador, sino que es además el instrumento más importante de socialización, trasmisor y conservador de valores propios y el elemento que revela mejor que ninguno la identidad nacional de cualquier país; por eso es más importante incluso que el territorio, la historia, el escudo, el himno y la bandera". Me sentía traidora y voluble, incumplida la responsabilidad del educador-transmisor-promotor de valores, paseándome por los campos coloquiales y telegrámaticos, madre de una americana anglohablante para quien el español es una tarea titubeante, insegura, obligada y limitada a las paredes del hogar, cuando cayó en mis manos un interesante artículo de Joshua A. Fishman titulado "El nuevo orden lingüístico internacional", y donde entre muchas acertadas ideas, el autor apunta al "multilingüismo" como fenómeno paradójicamente representativo de la era de la globalización. Indica Fishman que, contradiciendo todo pronóstico y aunque de hecho, el inglés parecía erigirse como el idioma oficial de los tiempos modernos (como idioma de la Internet, de la diplomacia internacional, del enternainement, entre muchas otras), la sociedad actual se ha vuelto "multilingüe" y es ese uno de los rasgos idiomáticos representativos de esta era, además de una de sus mayores fortalezas. Más que la temida colonización imperialista del inglés, se ha abierto la puerta a la diversidad lingüística ocasional donde el mismo inglés ha cedido terreno frente al pastiche cultural que esta cultura de parches ha llegado a ser. Al reducir el tamaño del mundo en que vivimos, la globalización ha logrado generar "el crecimiento de las interacciones sociales"; y esas interacciones sociales no han hecho más que promover "las lenguas regionales".
Así, los mágicos hilos de la Historia se han encargado de entretejer en el marco de ese día el fallecimiento en Madrid de Don Miguel de Cervantes y Saavedra, padre incuestionable de la lengua española, en 1616; el nacimiento en 1564 en Stratford-Upon-Avon de William Shakespeare (aunque, y sin querer sonar aguafiestas, en realidad fuera el 3 de mayo, pues para el momento Inglaterra aún se regía por el calendario juliano); la llegada al mundo del ruso -nacionalizado americano- Vladimir Nabokov en 1899; y -acá se me sale el orgullo patrio- la exhalación del último aliento de la escritora venezolana, madre literaria de Ifigenia y Mamá Blanca, Teresa de la Parra, en 1936.
Evidentemente, motivos no faltaron para que en 1938, el Congreso de Colombia decretara esta fecha como el Día del idioma. Las Academias de la Lengua necesitaron de medio siglo, pero finalmente, en 1963, ratificaron el decreto del Congreso, extendiendo la celebración a todo el universo de habla hispana. Por todo esto, y como apasionada lectora y defensora armada del idioma castellano, desde esta orilla multicultural y polilingüística (o pseudolingüística, según muchos...) que representa el Sur de la Florida, decidí celebrarle el cumpleaños a mi lengua natal con una humilde nota en este blog. Pero durante el día me encontré dando un mensaje en inglés a mi hija ("cuando el contenido es relevante, cerciórate que te entiende") para que a su vez lo transmitiera a su maestra; enviando mensajes de texto a mi esposo y mis empleadas en ese económico, comprimido e hiperfonético nuevo sublenguaje que ha pasado a ser el "TXTNG" y hasta traduciéndome a mí misma y en mi propio idioma en la forma más coloquial que pude encontrar para que algún conocido cubano pudiera comprender una expresión de mi país. ¿Cómo he de celebrar mi lengua sin desdoblarme en estas múltiples tendencias del habla que la realidad, el entorno y la necesidad han obligado?
Me carcomía la culpa y el remordimiento lingüístico especialmente al recordar las palabras de mi admirado maestro Germán Flores que poco antes había leído:"el idioma, no sólo es el diferenciador e identificador, sino que es además el instrumento más importante de socialización, trasmisor y conservador de valores propios y el elemento que revela mejor que ninguno la identidad nacional de cualquier país; por eso es más importante incluso que el territorio, la historia, el escudo, el himno y la bandera". Me sentía traidora y voluble, incumplida la responsabilidad del educador-transmisor-promotor de valores, paseándome por los campos coloquiales y telegrámaticos, madre de una americana anglohablante para quien el español es una tarea titubeante, insegura, obligada y limitada a las paredes del hogar, cuando cayó en mis manos un interesante artículo de Joshua A. Fishman titulado "El nuevo orden lingüístico internacional", y donde entre muchas acertadas ideas, el autor apunta al "multilingüismo" como fenómeno paradójicamente representativo de la era de la globalización. Indica Fishman que, contradiciendo todo pronóstico y aunque de hecho, el inglés parecía erigirse como el idioma oficial de los tiempos modernos (como idioma de la Internet, de la diplomacia internacional, del enternainement, entre muchas otras), la sociedad actual se ha vuelto "multilingüe" y es ese uno de los rasgos idiomáticos representativos de esta era, además de una de sus mayores fortalezas. Más que la temida colonización imperialista del inglés, se ha abierto la puerta a la diversidad lingüística ocasional donde el mismo inglés ha cedido terreno frente al pastiche cultural que esta cultura de parches ha llegado a ser. Al reducir el tamaño del mundo en que vivimos, la globalización ha logrado generar "el crecimiento de las interacciones sociales"; y esas interacciones sociales no han hecho más que promover "las lenguas regionales".
Bien es sabido que el uso y la comodidad han sido los impulsores fundamentales de la evolución del lenguaje. En la actualidad, es precisamente el uso el que permite, no solamente la evolución, sino y sobre todo, la interacción y la permanencia simultánea de múltiples manifestaciones lingüísticas. Así, solamente los miembros de esta familia nos paseamos entre el inglés oficial de la escuela, el coloquial de los conocidos y la televisión, el técnico en cada uno de nuestros trabajos, el fonético de los mensajes de texto, el español de Venezuela para el hogar y la tradición, o el que usamos frente a otros hispanohablantes que no conocen muchos de nuestros dejos coloquiales. La situación determina el uso y así la celebración del dia del idioma se vuelve una fiesta plural donde los invitados y los homenajeados se confunden y fusionan. "Feliz cumpleaños", "Happy Birthday" y "Hapy Bday" se leen en crema de colores en esta torta (¿tarta, bizcocho, pastel?)...
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