Tuesday, November 9, 2010

De cómo hice las paces con la comida (Un post por entregas)

I – Los albores de una relación tormentosa



El tema del sobrepeso pasó de ser un fantasma que ronda sin hacer bulla, a una presencia inalienable en mi vida desde mis más tempranos años. Criada en casa de mis abuelos maternos, crecí (en toda la acepción de la palabra, no sólo en centímetros de altura sino en kilos de sobrepeso) acostumbrada a la idea de que el afecto se traduce en comida (y viceversa) y que mientras más rellenita estás, más saludable y amada eres. Según esa teoría, por tanto, entre los 5 y 7 años yo no era una niña gorda, no. Yo era una niña  “rozagante, sanota y querida”.
En casa de mi abuela existía (me corrijo, existe aún) la idea de que no hay sabor sin grasita. Se cocina el pollo con su piel pues de lo contrario la sopa “no sabe”.  Se prepara a diario la leche en polvo con el doble de las medidas sugeridas para que resulte en crema más que en leche. Se endulza todo en el exceso del exceso. Se consiente a los nietecitos que no quieren aprender a comer vegetales porque son verdes, porque saben raro, porque lucen feos, y se les preparan platos especiales á la carte, porque simplemente  “algo” tienen que comer. Tal y como se espera en cualquier casa de abuela acogida a las normas sindicales de las asociaciones de abuelas consentidoras de todo el orbe. Pero yo vivía allí. Gran diferencia.
Así que no ha de extrañar que yo llegara a mi séptimo cumpleaños con un sobrepeso excesivo y peligroso para mi edad. Sufría de estreñimiento y me enfermaba con una facilidad inusitada.  Pensaba que las arepas con mantequilla y queso, la pasta, las tajadas de plátano maduro, la leche con azúcar (azúcar con leche), los helados y todas las golosinas eran mi cuota de comida del planeta. Todo lo demás no era de mi incumbencia.
Afortunadamente para mi salud (pero en principio, muy a mi pesar), mi mamá y yo nos mudamos a Italia. Lejos de la influencia permisiva y consentidora de la abuela, mi mamá tomó las riendas en mi alimentación. Aunque suene extraño, fue en la tierra de la pasta, la pizza y el gelato, donde aprendí a comer vegetales y ensaladas. Muchas veces a la fuerza, he de decir.
Por esa época mi mamá era inflexible. Y en su empecinamiento ariano natural, hacerme perder peso era una de sus ideas más prominentes. Recuerdo como si fuera ayer haber pasado en una ocasión cuatro horas de reloj sentada frente a un plato de ensalada de vainitas. No valieron las lágrimas, las horas, ni las arcadas simuladas cada vez que tragaba. No valieron las llamadas de mis amigos invitándome a jugar, ni las tareas pendientes en el morral. Ese “no te paras hasta que termines tus vegetales” fue tan férreo como determinante.
Aprendí a comer vainitas. Y brócoli. Y coliflor. Y muchas cosas más. Descubrí un abanico de sabores insólitos, muchos de ellos no del todo del agrado de un paladar tan joven (y mal acostumbrado). Y sí, claro está, perdí peso. Dejé, para beneplácito de mi mamá, de ser la niña gordita de la casa de la abuela. Pero di los primeros pasos por convertirme en una obsesa con el tema del peso.

(Continuará…)

8 comments:

mc said...

Antes que nada, felicitaciones por la foto. Que colores! Esta bellisima.

Mientras leia pensaba que seguramente estabas agradecida a tu mama por obligarte a comer las vainitas, hasta que lei la ultima frase, la de la obsesion por el peso... Este es un tema muy cercano a mi, y es algo que hace que se me salgan las lagrimas. Una de mis amigas mas queridas sufre de anorexia. Es tan dificil su situacion. Estuvo interna en el hospital y ahora asiste a terapia. Es algo con lo que va a tener que luchar toda su vida. Espero que tu historia tenga un final feliz. Creo que si, porque el titulo dice que hiciste las paces con la comida. Deseo mucho que mi amiga tambien las haga.

Abrazos Vane. Como siempre un placer enorme leerte. Me encanto el subtitulo "los albores de una relacion tormentosa"

mc said...

Vane, yo otra vez. Ya me iba a dormir cuando se me metio en la cabeza que mi comentario anterior parecia sugerir que tu eres anorexica. NO fue lo que quise decir, para nada. Creo que me puse emotiva, hoy en dia cualquier mencion de comida, dieta, peso o lo que sea me recuerda a mi amiga. Asi que disculpas publicas.

Ahora si, buenas noches! Besos

giozi said...

Qué estilo retro tiene tu foto.
Pues yo que te voy a decir :D
También hacían me preparaban algo diferente cuando algo no me gustaba, "aunque sea" un pollito frito, por favor...

Lilith Lalin said...

El tema de la comida y el sobre peso es arcaico. Yo en mi caso siempre fui delgada, era una niña muy activa, jugaba, corría andaba en bici todo el día y nunca fui gordita ni tuve esos complejos. Tampoco era flaca, mi complexión era normal, sana. Pero hace 5 años para acá subí de peso. Siempre he hecho ejercicio pues no creo en dietas, pero tuve una lesión que me impidió seguir teniendo actividad física fuerte, luego encontré un trabajo de oficina y luego cuando traté de recobrar mi actividad física volví a lesionarme. Y entre el estrés, la depresión y una serie de factores me vi con 10 kilos de más =S.

No sé, es un tema complejo para mí que me cae de peso, porque aunque no tengo mala alimentación amo los dulces y si no hago ejercicio tiendo a subir y no puedo hacer ejercicio por ahora =S.

Me pasa que algunos piensan que estoy gorda, otros no, otros me dicen que estoy llenita nada más, me junto con muchos hombres y me pesa, porque la verdad es que soy vanidosa.

En fin, es cuento de nunca acabar, creo al final es sentirse bien con uno mismo y aprender a comer bien, que es lo que hizo tu madre.

Saludos.

Sofía

Unknown said...

Me has hecho recordar una tarde entera que pasé delante de un plato de coliflor..hasta que se me ocurrió hacerme sangrar por la nariz (tenía dominio de eso para salir de clase cuando quería de paso..) y colocarme encima del plato allá por las 7 de la tarde para probar si así mi madre desistía! La verdad es que es algo que como madre me preocupa, que no coman lo que odian pero prueben casi de todo (en mi casa JAMAS entrará la coliflor, ni el hígado, los callos y vísceras) y sobre todo que coman bien, pescado, verdura, fruta..aunque algo de chocolate y vicio no creo que haga daño, son caprichitos, pero controlados y no por norma.

Vane said...

Ay Vane, no sabía que lo habías pasado tan mal con este tema!!!! es que el asunto de la comida es algo muy importante y la gente no se da cuenta. Es verdad que las abuelas tienden a dar de comer en exceso. Yo lo estoy notando ahora con Marinita, que siempre quieren que coma más y más (y eso que come de todo y genial), pero si los niños se acostumbran a comer de más y encima alimentos menos sanos está claro que acabarán desarrollando obesidad infantil que a su vez puede acarrear muchos otros problemas en un futuro.
Pienso que el tema de la comida es un problema cultural. Hay que educar a la gente para que aprendan a comer como es debido. Mi mejor amiga es nutricionista y no veas las cosas que me cuenta de su consulta. Pero el problema es que falta información, nadie se preocupa por aprender las propiedades de los alimentos, sus ingredientes... etc.
Aunque tampoco creo que sea buena idea intentar meter los alimentos sanos a un niño a la fuerza, puede ser contraproducente. Ya nos contarás en la segunda entrega, jeje,

besitos!

Nortiz said...

No te conozco. He visitado tu blog casualmente y he leído las últimas entradas que has publicado. La verdad es que me gusta como escribes :) y me parece interesante que te hayas ido a lo de La vuelta al mundo o la historia que cuentas en esta entrada, que es curiosa y lógica porque hay muchas abuelas que son así y quieren que sus nietos les quieran y estén contentos. Espero que con la comida que te imponía tu madre, solucionaras el sobrepeso y te haya ido bien :)
Iré siguiéndote, por lo que te añado a seguidores y espero ver el continuará de esta entrada jeje.
Si te pasas por mi blog, espero que te guste ^^
Un saludoo!

D. said...

Hola vane. Me encanta este post, pero me quede con las ganas de seguir leyendo! en dietas tengo un doctorado, tu sabes jajaja pero descubri que hay que amarse y adorarse como uno es, y en ese mismo proceso de aceptación empiezas a cuidarte porque te quieres muchisimo. Besos