Tuesday, October 19, 2010

La rebelión de las ardillas


Me gustan las ardillas. Así, sin más. Sé muy bien que son roedores, transmisoras de enfermedades, medio salvajes, recontra testarudas, a veces vengativas y con familiares indeseables, pero me gustan, y ya. Si veo por ahí un par de ardillas jugueteando en un árbol, puedo pasarme horas embelesada observándolas. Me asombran su inteligencia, su rapidez, su carácter y su astucia. Me encantan su pelambre, su mirada inquisidora y su cola. Esta admiración es silente y distante; no procuro acercármeles ni pienso hacerlas mis mascotas (aunque admito que de niña alguna vez y en vano, lo intenté).

Groupie de cuanta ardilla rockera y mala conducta anda por el mundo, iba yo haciendo un corto recorrido al aire libre que usualmente debo transitar en mi trabajo, cuando me tropecé con tres ardillas insolentes, embebidas en lo más intenso de un complejísimo juego de carreras, persecuciones, y paradas repentinas que incluían además lanzamiento de semillas y emisión de unos chirridos punzantes de los que agradecí no conocer la traducción. No pude evitar detenerme a ser testigo de lo bien que se la estaban pasando.

Las observé sonreída durante algunos minutos hasta que una voz de hombre resonó detrás de mí: "Acaso nunca antes habías visto una ardilla?". Recostado en su patrulla, con una cínica sonrisa en los labios, el policía del área me miraba como bicho raro. Le parecía inaudito que alguien le dedicara tanto tiempo y atención a un animal tan común e insignificante.

Reconozco que el momento no pude contestar. Se me agolpaban tantas ideas en la mente que no sabía ni por dónde empezar.  Lo miré a los ojos, queriendo que mi mirada expresara un poquito de la compasión que su comentario había logrado despertar, musité algunas palabras que él no se tomó la molestia de escuchar y continué mi camino, mientras el grupo incansable de ardillas retomaba su complejo juego.

Mi cabeza catapultaba interrogantes atropelladas que hoy no puedo dejar de vertir en este cajón... Así que señor policía, ¿desde cuándo la belleza está confinada? ¿Desde cuándo está prohibido disfrutar de las pequeñas maravillas de lo cotidiano, y hallar poesía en lo terrenal? Disculpe usted, señor policía, el delito de mirar a los lados y reconocer la perfección en la naturaleza. Disculpe la intransigencia de no querer caminar por la orilla de lo que es debido o lo que está supuesto a ser. Disculpe el acto de rebeldía, porque sí, he visto muchas ardillas en mi vida -y enhorabuena por ellas y por su capacidad de maravillarme- y seguiré deteniéndome a mirarlas cada vez que pueda. Dispulpe, pues las gríngolas las dejé botadas hace muchos años, y  poco me interesa encontrarlas. Pero, sobretodo, discúlpeme la lástima que su comentario sarcástico y su insensibilidad han provocado en mí.


(Nota al pie: Como es de esperar, S. ha heredado esta especial fascinación por las ardillas, que hace un par de años dejé plasmada aquí, por si les provoca.)

5 comments:

Lilith Lalin said...

Yo amo las ardillas, me encantan. De niña mi padre me llevaba al bosque de chapultepec con un bolsita llena de zarzamoras y nueces que dábamos a las ardillas en el bosque. Una vez una se me acercó y me siguió un ratito y fui la más feliz. Siempre que voy a un parque o bosque me paro a ver a las ardillas. Mi último contacto fue esta foto http://www.flickr.com/photos/sofiaselegna/5024563103/

Le puse ardilla evol por que salio con los ojos rojos =P, estaba buscando que comer en la basura y se me quedo viendo. Creo pase 15 min viéndola subirse a los árboles y andar por ahí.

Parte de disfrutar de esta vida es saber apreciar cada pequeño gran detalle que nos da y nos hace sentir vivos

Saludos

Julio said...

Me parece un relato tierno, bien contado, y además muy muy original. Todavía pienso en donde vives que hay ardillas... ¡Un besote! ^_^

mc said...

Me gusta la moraleja de tu relato.
Me gusta que lo que te inspiro el policia fue lastima y no rabia (yo hubiera pasado todo el dia rabiosa, de hecho, donde esta ese tipo para ir a mirarlo feo?).

Vane said...

A mí también me encantan las ardillas, aunque en la ciudad sólo las he visto en el Parque de El Retiro... pero es que son una monada y yo también me pasaría horas mirándolas.

Respecto al policía, siento lástima por el, no sabe disfrutar de las pequeñas cosas de la vida (como reza mi blog), ni encontrar la felicidad en gestos tan bonitos como admirar a la madre naturaleza,

besitos

fitziane said...

Creo que es la primera vez que me asomo por acá. Que pena porque tú me visitas a menudo en la casa mía. Pues, ahora te pongo en el reader para no perderte de vista. Anoté sobre todo del post de la pijamada. En primer lugar, la traducción al castellano de sleepover y luego, !el chocolate caliente! Gracias por recordarmelo.

La pijamada de mi hija es en dos semanas y son 8 las que vienen. Uyy... !ando nerviosa!

Saludos, pues, te seguiré visitando.